E
n el sicariato de Bilbao, en la lluviosa navidad del año 2546, tan sólo había trabajo en el sector de la delación remunerada, los cárteles bancarios, la política de trincheras y la prostitución intelectual.
La primera pincelada de este libro atípico, fue colmada en el mesón “La Tortilla”, frente al ayuntamiento bilbaíno, bajo el paraguas ambiguo de la conspiración permanente, fraguada allí mismo, meses antes del gran atentado.
Aquélla, no era la guerra de Feng; la suya, era huir de los killers encorbatados de la Triple B.
Continuó trabajando durante su estancia en Ayuthaya, mientras coleccionaba ruinas khemer, murallas defensivas de agua, mariposas sin alas y, tristes princesas birmanas de jade. Cruzó la frontera, con el Río de los Nueve Dragones como único testigo. En una banthóeng conoció a Daao: 69 Snakes.
La concubina era una joven kabua que pululaba por el Bulevar de los Franceses, entre murmullos Theradava, ichinen-sanzen y nagas de siete cabezas.
El perseguidor de Lope de Aguirre, en las barras de las tabernas fluviales tejía y destejía fantasmas personales. Vivían juntos al pairo del destino, en una habitación infame del Saysana Hotel.
El rastro de Feng, Viento, Wind…, se pierde para siempre en los aledaños de los ríos Nam Khong y Nam Khan, frente a Xiengthong Boat Pier.
Se rapó la cabeza a lo bonzo; mudó el azul marino por el color azafranado. En Talaat Vieng Mai, a la tupida de un frangapani, vendió fruta y licor de arroz.
Los monjes ancianos del Templo de la Ciudad Dorada, supervivientes de purgas y masacres indochinoises, le ofrecieron amistad, techo y protección, a cambio de trabajos de carpintería en el interior del emblemático wat.
Madame Marthe Bassene, en algún momento había escrito en su diario personal respecto a la irreal atmósfera buddhsta que se percibe y palpita en Luang Prabang: “Will Luang Prabang be, in our century of exact sciences, of quick profits, of victory by Money, the refuge of the last dreamers, the last lovers, the last troubadours?
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