Negros haitianos en la República Dominicana
Ser negro en Santo Domingo, roza el delito, especialmente si uno es oriundo de la vecina Haití.
Los mulatos dominicanos odian a los negros y veneran a los blancos. Las mulatas dominicanas gastan una cantidad enorme de dinero en pócimas y brebajes para aligerar el color obscuro de sus pieles y pasar por “mulata-clara.
En la República Dominicana existe un racismo rudo y poco sofisticado contra los negros. Llamarle al un mulato “negro”, es una ofensa que nunca te perdonarán en el Malecón o Bocachica. Las cosas son cómo son en el Caribe, simplemente…
Los mulatos, en Haití, dominan el país y esclavizan a los negros desde la época napoleónica, guste o no, a los bobalicones “políticamente correctos”.
Haití es una nación negra y la República Dominicana es una nación mulata, con pocos blancos y mestizos, a diferencia de Cuba. Ya desde el siglo XVIII, los dominicanos rechazaron a los negros residentes en Puerto Príncipe, por motivos raciales, culturales y económicos.
Hace muchos años, encontrándome en la barra del popular garito “La Casita Verde”, durante mi etapa caribeña por los puertos de las Antillas Orientales y Occidentales, mi novia mulata, que bebía ron y bailaba merengue sabrosón, me recriminó fuertemente, por donarle un billete de dólar a un mandinga harapiento:
“¡España, mi amor! ¡Estás loco! ¿Por qué le diste propina a un negro haitiano? ¡Son unos burros ignorantes que nos joden el país! ¡Ven a bailar mi amor y deja de hacer el pendejo con tus fulitas gringos!”.
Corría el año 1975; la primavera de 1975. En NYC, los negros americanos, aparte de apalearles en Greenwich Village, por ser simplemente mulatos hispanos, también festejaban ruidosamente el festival THE WAR IS OVER, el final de la sangrienta guerra de Viet-am, en la que perecieron muy especialmente, poor-whites, blancos pobres y unos pocos rich-whites, pues la mayoría, ayudados por sus familias patricias, huyeron a Canadá.
La reprimenda de mi novia Graciela, mr causó un profundo estupor y desconcierto. Su padres eran mulatos que habían sufrido la marginación racial en el Spanish Harlem neoyorquino. A ella misma, en varias ocasiones, pandilleros negros de Queens y Brooklyun la habían agredido e intentado violar, por ser “latina en Nueva York”.Indudablemente, mi mulata clara destilaba odio racial contra los “negros “, ya fuesen gringos, haitianos o jamaicanos.
Con los ojos me he vuelto escéptico y clarividente en lo referente a las razas. Mis grandes maestras fueron las jineteras cubanas.
En la caótica Haití, para comenzar en realidad a ayudarles, los occidentales deberían primero viajar a la República Dominicana, charlar con los mulatos y tomar buena nota de sus agudas observaciones, a pie de calle.
En 1945 Alejo Carpentier escribió una magnífica novela corta ambientada en el Haití de 1810-20: El reino de este mundo.
Tanta verborrea semántica humanitaria apesta a ignorancia histórica, eurocentrismo cultural y, racismo encubierto, bajo solfa paternalista..
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