Ángeles y prostitutas
La literatura española actual, vive inmersa desde la transición, en una pocilga putrefacta llamada “vida literaria nacional”.
El Ministerio de Cultura, reparte sus propios premios literarios a los perros amaestrados con carnet, afiliados a ésta o aquélla corriente de pensamiento cautivo; cada uno, pringa a los suyos, los utiliza, los saca de paseo y, finalmente, los sepulta, bajo un brillante epitafio: los muertos, que suelen ser muy discretos y agradecidos, mucho mejor, laurearlos a ellos, que a ciertos vivos, en permanente estado mental de agitación y rebeldía, contra todos aquéllos que escriben y viven a las babas del Poder.
Si la corrupción política en España, nunca fue algo aislado sino visible y hasta respetable, en el mundo de la literatura, la situación es todavía mucho peor que en la política. Es un tema tabú en los medios de comunicación y muy espinoso en sí mismo.
Desde el Ministerio de Cultura, se potencia la mediocridad, la estulticia y el arribismo ideológico, sin ningún otro atributo personal.
Los premios literarios nacionales huelen muy mal: se sabe con años de antelación, el currículum vitae de su próximo destinatario.
En Barcelona, al caer la hoja se fallan algunos de los más importantes: casi siempre, los reciben escritores mediocres, enervantes y pusilánimes, tras haber aceptado vilmente, las sacrosantas reglas del mercado.
Pura y dura prostitución intelectual barcelonesa…
Son libros escritos con torpeza estilística, mansedumbre y pereza narrativa… Historias banales, sin nervio, “políticamente correctas”, vomitivas en lo relativo a capacidad creativa, nauseabundas en cuanto a su gestación artística, pactada de antemano…
Son ellas y ellos, la brillante prostitución de élite, que pasea carencias, ignominias e indignidades, por los templos posmodernos del deshonor: covachas televisivas a la carta; programas culturales bajo sospecha; marionetas acartonadas, sin voz propia, en los tinglados y las atarazanas de los grandes almacenes firmando ejemplares…
En la Rambla barcelonesa, al espeso calor del Apolo, Cinemar y el baile de la Paloma, las pajilleras trafican con sus cuerpos; en el Ensanche, las fámulas del nuevo régimen, que juegan a ser escritores, pero jamas lo serán, liban triunfantes, ante las cámaras de televisión, el envenenado vino de los elegidos…
A largo plazo, recibir un premio amañado, suele salir muy caro, pues tarde o temprano, tendrán que pagar un elevado peaje emocional, aparte de enfrentarse a sus propias conciencias, por haber negociado con el diablo que vive, vomita euros y corrompe almas corrompibles, desde su fortaleza blindada de la Diagonal.
¡Es la fáustica maldición del éxito! ¡El fracaso del triunfo! Todos los premiados caen rápidamente en el cruel olvido. Son almas vulcanizadas intelectualmente, por la ciega “ambición verde” fuera de control…
Son mercaderes de la incultura, mercenarios sin fronters y, avispadas “golfillas mediáticas”, de la peor cosecha y calaña humana –lo mejor de lo peor- que no aman, no sienten, no maman en sí mismo, el acto dulce, inocente y cristalino, de la creación artística...
Las Musas, desde siempre y para siempre, detestan a especuladores y arribistas, negándoles el soplo angélico, que barre y fecundiza las obras literarias de los auténticos creadores.
La prostitución intelectual es un tema tabú en España, por la enorme magnitud que abarca, en su ilimitado recorrido hacia la putrefacción: literatos, periodistas, músicos, creadores plásticos, artistas y directores de cine…
Sólo un chacal solitario llamado Udonge, se atreve con él, a pesar de los incontables obstáculos y, las veladas amenazas, que se cruzan en mi camino…
Próximo capítulo: Prostitución intelectual en el Ensanche barcelonés
Udonge2004@yahoo.es
Grove Island
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