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Elecciones 2008 en O Grove y Galicia: Mongo el tránsfuga 6
Transfuguismo y narcotráfico
udonge

Resumo:
Corrupción y tráfico de drogas en O Grove y Galicia



Mongo el tránsfuga 6


Mongo el tránsfuga, a partir de la nada, sin contar apenas con ayuda del exterior, salvo su carisma y su serpenteante oratoria política, para caldear a la chusma votante, "calculada ambigüedad semántica a la gallega", aquel asombroso biznieto de negrero calimbador, volvió a ganar las elecciones municipales en la pecadora y disoluta Extramundi, de una forma inesperada y milagrosa, contra todo pronóstico razonable, peleándose contra el mundo hostil de la ciénaga, y cuando se disponía a tomar asiento de la bien trabajada poltrona de guayacán, una inductora trama negra policial, que operaba desde hacía años contra él, lo implicó en la denominada “Operación Percebe”, rocambolesca redada antidroga, en el espeso y abigarrado Salnés portuga; toda una verdadera maniobra política en la sombra, urdida, fraguada y orquestada, desde la sede del propio Partido Colorado, mamporrero del gobierno pedófilo del beocio Rey Mono, cuyo actual cabecilla mandamás, el plumilla de Cachito y sus maracos, removió como un furón, aquí y allá, hasta lograr su secreto objetivo: enjaular nuevamente a Mongo el tránsfuga, en la populista cárcel de Alcalá Meco, acusándolo de haber alquilado un coche en Cambados, conducido por un sicario cucuteño amigo suyo, pillado en la carretera con veinte kilos de bollería boliviana, por la Guardia Rural, mientras conducía camino de la capital del reino. Cualquier maniobra judicial posible; cualquier precio político posible, para apoderarse de su bien entrenada piara de ediles transfugistas, larpeiros furanchistas y fichados narcotraficantes arousanos, vigilados día y noche, por el ojo electrónico invisible, del coronel americano Fast Eddie y, sus camuflados leopardos mercenarios, operando libremente desde su base militar de Boiro, con la bendición política del Rey Mono y su afeminado chambelán Joe Tricky-Dicky. A Mongo el tránsfuga, sospechosamente, lo volvieron a enjaular, justo un día antes de tomar posesión de su amada poltrona de cubano guayacán ...
Pasaron plácidos días amarillentos, de polvillo blanco y chocolate rojo, en la muy bien surtida discoteca Anaconda, propiedad del nuevo alcalde y empresario del espectáculo Cachito y sus maracos. Con el falso sicario cucuteño, totalmente missing para la Guardia Rural, pasaron siete meses en la cárcel de Alcalá Meco y, los supuestos "arrepentidos protegidos", de su estraperlista banda criminal, murieron achicharrados en un arrabal cualquiera y, la peculiar ley, que impera en el peculiar país milonguero del Rey Mono, lo arrojó a la calle, ya que no existía, ni existió nunca, una miserable prueba legal contra Mongo el tránsfuga.
Colérico, por la envenenada jugada maestra de Cachito y sus maracos, arruinado y meditabundo, regresó nocturnamente a Extramundi, instalándose a vivir su apasionado y escandaloso concubinato otoñal, con tan hermosa y duce cachaca, a la que preñó nada más salir de Alcalá Meco, con la presteza de un desengañado marañón bolivariano, mientras adobado en oruxo y melancolía, acodado en la incierta soledad perdedora, del destartalado boliche familiar, rumiaba y rumiaba, cachaçinha tras cachaçinha, su aplazada, bíblica, justa e histórica sed de venganza, contra el soplón y traidor clan de los Cachitos.
Una lluviosa y triste noche, después de besar con mucho sentimiento y dolor, a la amancebada y ojerosa Catalina, tras despedirse de su hija Amada, de su recadero el fulita negro Tom y, de las honestas y alegres daifas de “Rosa la caimana”, armado con dos garruchas nueve milímetros y con media docenas de cargadores de repuesto colgándole del maltrecho pescuezo, malamente cicatrizado, tras saborear un canivete limeño en la estraperlista Santa Cruz, con toda la lluvia monzónica del cielo, desplomándose sobre la gozadora y multiracial Extramundi, acompañado de sus fieles bacoriños, sus únicos amigos leales, en un desmelenado mundo de sediciosas traiciones, de un certero martizallo echó abajo la puerta de la Alcaldía y,...
Algún tiempo después, con la noticia de su radiofónica chaladura política, circulando por todos los telediarios del mundo, allí continuaba Mongo el tránsfuga, fajándose en soledad contra el injusto mundo de los vencedores, mientras la nieve roja de febrero, volvía a caer otra vez: etérea, sagrada y misteriosa, sobre las esbeltas siguarayas, el árbol sagrado de la magia negra, cuyas hojas hervían las barraganas mulatas de San Francisco, para combatir las venéreas del puerto, pero también, para fabricar ataúdes por encargo.
Los tres hijos del Fuego Sagrado de Ormuz, habían vuelto a los muladares de Extramundi, para que se ejecutase la terrible profecía, que siendo niño, una lejana noche de Navidad, había escuchado en boca de Ramsés el Viejo. “Cuídate mucho de los cerdos negros de tu propia piara; aléjate del número ocho; préstale especial atención al martes de Carnaval”.
La cachimbada turbamulta portuaria, ya azuzada muy de mañana por Cachito y sus maracos, festejaba su inminente caída, bailando vallenato y pululando por las nevadas y lardosas esquinas de la santa beodez, pero lo que más le dolía a Mongo el perdedor melancólico, muy en el fondo, de su agónico soliloquio otoñal, era el verse solo y abandonado, a su enjaulado destino carcelario, traicionado políticamente, una vez más, por los suyos: apas, transfugistas, pepes e ipos...; cruel y candongueira nueva camada, de lebreles relosos, que durante décadas y décadas, habían mamado de las ubres del gracioso poder absolutista; chupado como bacoriños, de las tetas franquistas, gracias a las dávidas y prebendas distribuidas de forma arbitraria, entre aquella camarilla mendicante y pedigüeña, chupeteando durante décadas a canilla abierta, las frondosas mieses del algarrobo, sin preguntar jamás, jamás, de dónde y cómo capturaba tantos votos cautivos y comprados, pues al Gran Mongo, siempre, siempre, lo había votado la clase social más miserable, ladrona, furtiva, caipora, cachaçeira, abandonada a su destino y malahora, sin dioses risueños del mañana. Famélicos perros vagabundos de la lluvia púrpura del amanecer, escondidos en las atarazanas portuarias; valleinclanianos tullidos pícaros; homeless; fulas ilegales de Chinatown; zambitas retozonas del Arenal; marineros apátridas sin fortuna; viudas insatisfechas y solitarios ancianos blancos sin futuro; votantes invisibles, que nada esperan ya, excepto su propia muerte, de ningún sistema político, presente, pasado, futuro... Su desvertebrado voto secreto, a cambio de empanada y sardiñadas; su voto inservible, a cambio de vino peleón engarrafado en la industrial Porriño; forró nordestino para los ilegales malungos en el Arenal y Portovello; falsa ginebra inglesa adulterada, para los que nunca fueron besados, por los apolíneos dioses blancos...
Lo votaron siempre en el pasado; lo volverían a votar otra vez en el futuro, al populista macuteno Mongo el tránsfuga, regateándole como taimados caimanes hambrientos, su voto a cambio de una licencia ilegal; un hijo empleado, en cualquier covacha estatal; una obra paralizada pero, que tire para arriba... Canela, safar-se, fugir, como única moneda de cambio, como habitual forma de entender y hacer política... Pero no. La misma chusma zorrastrona, que anteayer, se había bebido cuartillos de cachimbo a su cuenta, zampado chivos al espeto, patelas de nocra felpuda, babosa fina, longueiron xoven y..., gratuitas fumatas de importada maconha guaraní al por mayor, sin preguntar jamás, de dónde salía el dinero que financiaba aquellos aquelarres gastronómicos, en a Prasa da Escravatura, ahora, la misma turbamulta pedigüeña, comenzaba a formar escandalizada multitud moralizante, con atributo de vulpino asombro cívico, para verlo salir herido, roto y cabizbajo, rumbo al peor de los destierros posibles: el común olvido de los perdedores...
La safada y zaborrera canalla votante, ya embestida y trabada desde muy de mañana, por el gratuito oruxo cainita marinero de las siete, ululaba zoilamente, exigiéndole al bébedo y fumetas alcalde Cachito y sus maracos, la cabeza del cerdo verrón; la cresta del gallo; el corazón del mono; la collonada y el fabón de ouro de Mongo el tránsfuga ...
Allí estaban todos sus enemigos, juntos y revueltos, como un ciego rumor verbenero de yesca mojada; pífanos y seráficos angelitos negros, de su cantada agonía serótina, para asistir, en primera línea frentista, de fuego y trinchera, al degollamiento de “O Padriño”. A pesar de la infame y chata distancia; a través de la nieve roja de febrero, oliendo a pólvora mojada y cinabrio rojizo, allí estaban, los patriarcales narcos acorbatados de Portovello; los banqueros usureros de Dollar Street; los sicarios rolos del legendario Pato Pizarro; los marroquinos ambulantes; las sirgueras nubias que faenan en los catamaranes de Freddy Buenaventura; los pastilleros da rue do Moco; los metaleros de Bourbon Boulevard; las escribanas complacientes da trompeta da Tinta; las concubinas y meretrices pernambucanas, de enormes tetas matriarcales, pálidas criaturas vespertinas, de la impoluta ciénaga de Chinatown; los mescaleros de Picotorto; los killer bee a sueldo, de la eternamente nevada Miranda; los lagartos chanfaneiros del Pepis, encabezados por un marrano Can Láme-la; mil veces tránsfuga ladrón y traidor, converso y circunciso edil; último superviviente político en Extramundi, de la raza siete veces maldita de los Láme-la; tampoco faltaban los teosofistas del Séptimo Cielo; los espiritistas del callejón do Carneirón; las mamadoras de Castelao Thanon; los careneros de las tabernas fluviales chinas que mueren en la Mar Amarilla; la chusma madrugadora y baladrona, colmada de rencor, chanfana y guarapo, oteando ya, en la baja pleamar invernal, la sangre derramada del último perdedor; exigiéndole al forniziado alcalde Cachito mío, de la babilónica y metacultural Extramundi, las vísceras del mallador y estragado gozador verrón, fatalmente perdido y, arruinado en los catingosos laberintos de la turbia democracia chiadoira, azuzado Mongo judicialmente, por las infames fámulas lésbicas, de la ley secreta y los tambores leguleyos de calenda.
Mientras, los pederastas de la banca global comían fritangas de cordero inocente y los falsos ciegos pregonaban sus números amañados de la buena y la mala fortuna: los seminaristas bispiños, del Partido Colorado, vendían escapularios milagrosos a los idólatras del Rey Mono; la gurizada marroquina, repartía entre la turbamulta tabletas de chocolate libanés, a cuenta de Cachito y sus maracos; las chicharreras de Bahía Negra, ofrecían collares y nocras falsas, a los rubios cámaras suecos, que habían llegado desde la nieve ártica, hasta la nieve fermentada de Extramundi, para filmar en directo, el derrumbe crepuscular, del zullenco y zaborro tránsfuga perdedor, al que todos en los muladares y malocas de Portovello, Babelia, Miranda de la Frontera y Chinatown, conocían por la chata familiar de Mongo o calimbador.
Los vendedores de prú bayamés de la 42; los cuáqueros do Bico da Ra; las maromas del barrio de Setecolos; los fulas cambistas santiagueros, con sus fajos de manoseados dólares portuga, impresos dignamente en Viana do Castelo; los torvos y maquiavélicos quiromantes jainistas; los áureos peristas del “Gato Negro”; la caterva mareada de los membrillos, chivatos, traidores y delatores, precio de saldo, a los que la pederástica democracia del Rey Mono, llama pedicheiramente: “la muy noble figura jurídica del arrepentido..."
Tampoco faltaban las reinas muertas, del barrio portuario de San Francisco: la raíña del naboquebrado; da camisinha furada; da bucetinha quente; de la almeja japonesa; del plátano frito; de la papaya sabrosona; la pasa cabritinha; la babaca húmeda; la bichana insatisfecha...
Y, todos los tradicionales capos, caporales, cormoranes, mascatos, maragotas y patriarcales figuras del narcotráfico local e internacional: histórica segorella pirática de Bahía Negra, adormilados ahora, bajo el paraguas del bolichero Cachito y sus maracos, como camaleónicas iguanas honorables, entre los laureles difusos de la decencia; familias y clanes, supervivientes de una época dorada; reyes, príncipes, cónsules honorarios y virreyes del ladrillo, el mejillón, el ostión, la ostra y la navaja carrilera, antaño, amigos de guateques, mandongos, sediciones, desfalcos y, partidas de póker, en el selectivo GH: el rey del americano de batea; del bollo boliviano; de la chicha rolita; del cebiche peruano, transportado hasta la anublada costa europea, en desmanteladas carrascas caboverdianas; el cónsul fula y malandro del percebe marroquino... Y, los enanos retozones del circo de la vida; los tullidos baforados; el clan de los Mazaricos; el clan de los Alavancos; el clan de los Pilros; las sidosas mandingas senegalesas y los sifilíticos haitianos del candomblé; las doncellas chinas del Barrio de las Flores, que se lavaban sus estrechas papayas virginales con infusiones de loto y siguaraya; las meretrices menos jóvenes, de venerables tetas antiguas, que ejercían en los cañaverales, los bosques de bambúes, los meandros traicioneros y los silenciosos patabanes del río del Olvido... Todos los bolas de Extramundi y Miranda de la Frontera, esperaban en a Prasa da Escravatura, ansiosos e impacientes, ver pasar su catafalco de guayacán, camino del cementerio; la tungadora turbamulta, anhelaba su cortejo fúnebre, de cerdos, monos, rameras y cotorras del Orinoco, desfilando a través de los miserables callejones del rencor; sorteando los jubilosos pinares de Mayarí; los bosques de chicharrones, hasta esfumarse bajo la sombra banderiza, de las atarazanas y los tinglados de Portovello, Bico da Ra y Bao-Pao.
De los insalubres y palúdicos cafetines circuncisos, del barrio sodomita de San Francisco, salían eruptos preñados de vino malvasía canario, macerado en viciadas ordenanzas pedófilas; tufo intenso y agraz, a bacalhoada con refrito de ajo, galeto do frango ao espeto; coelho boava a pernambucana; fado triste lisboeta; cumbia de Barranquilla; vallenato cartagenero; guaracha bayamesa; calypso trinitario; samba carioca do morro da Formiga; forró nordestino; bossa-nova paulistana...


Continuará...


Biografia:
udonge, 55 anhos, espanhol, mora na Europa, escritor e também pintor precisa editor paulista nipo-brasileiro para su novela "La concubina de mi amante". Enviar email urgente a su dirección en España o dejar mensaje en sección "recados" udonge2004@yahoo.es
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