La Kundalini invertida
Muchos lectores occidentales, no entienden mi libro El juego de la nube y la lluvia.
Realmente, hacen una lectura errónea del mismo.
Quizá, piensan que están leyendo un libro exótico de aventuras marinas, muy bien escrito e incomprensible, para el lector medio europeo.
En cierta manera, caminan por el buen sendero, pero todavía se alejan un poco más...
Para los chinos, yun-yu, El juego de la nube y la lluvia, significa literalmente la relación íntima heterosexual, mientras el término fan yun-fu yu, queda reservado exclusivamente para la categoría no heterosexual, también conocida en la India antigua y actual, por el término sánscrito La Kundalina invertida.
De alguna manera, El juego de la nube y la lluvia, escrito por Udonge, hace más de veinte años, podría ser, sin llegar a serlo exactamente, un manual erótico para los adeptos tachikawistas y, al mismo tiempo, una muy seria advertencia intelectual, contra el mal uso de en Occidente de La Kundalini invertida, tan a la moda en Europa, especialmente en un país tan corrupto, débil y decadente, como la España actual del régimen juancarlista.
La palabra clave, para penetrar en el sendero secreto de la obra udongista, es la muy antigua palabra sánscrita Maithuna Sadhaba, nombre alegórico de la casa de té de la viuda china Longyan, la hermana adepta tachikawista, encargada de mostrarle el milenario Arte de la Alcoba, a su ignorante amante occidental, el desnortado americano capitán Surt, según la tradición taoísta del heterodoxo Libro Amarillo.
Una de las razones más importantes, de la imparable decadencia de Occidente, es su nefasto mal uso de la sexualidad entre el Yin y el Yang.
En Occidente, la práctica erótica entre hombre y mujer, Cielo y Tierra, jamás es liberadora de energías internas medicinales, producidas sabiamente en abundancia por nuestro propio cuerpo alquímico, capaz de reforzarnos mentalmente, a nivel biológico y psicofísico, utilizando siempre correctamente el yun yu, El juego de la nube y la lluvia, jamás el fa yun fu yu, en sánscrito hindi, La Kundalini invertida.
En la cultura antigua tibetana, china, coreana, india y japonesa, la unión del Yin y el Yang, debía realizarse no solamente a nivel corporal sino espiritual, para ir desde el microcosmos hasta el macrocosmos universal.
En su efímero y vulnerable cuerpo terrenal, hombre y mujer, poseen todos los ingredientes alquímicos necesarios, para alcanzar la liberación limitada del espíritu y, entrar de lleno en un vasto territorio fronterizo, limítrofe con la anhelada iluminación búdica, aparte de mejorar notablemente su salud biológica.
En el exótico libro de Udonge, la china Longyan es la maestra tachikawista del inexperto americano capitán Surt, desertor de la guerra vietnamita. Utilizando cuentos eróticos, teatro de sombras, música psicóteca malaya y, el consumo moderado de ciertos productos afrodisíacos tradicionales en Oriente, el Yin y el Yang, manejando ciertas posturas yóguicas y tántricas, regresan en cada madrugada del río Suriname, al origen mismo de la vida: Tachikawa.
Los atentos lectores orientales, de El juego de la nube y la lluvia, decodifican mucho mejor mi hermético texto, que los confundidos lectores occidentales.
Deseo, sinceramente, que mi libro sea un inicial punto de arranque, a favor de volver a recobrar en Occidente, una cierta noción cósmica del cuerpo humano; una reacción positiva contra la vulgaridad tecnológica y mediática, cuando en realidad, éste y aquél otro mundo, debemos sentirlos y experimentarlos en nuestro propio interior, al hacer un uso correcto del yun yu, jamás de La Kundalini invertida.
Una manifestación evidente, de la galopante decadencia de Occidente y la falta de vigor físico e intelectual en Europa y América del Norte, es un aumento geométrico de la práctica La Kundalina Invertida, inequícoca muestra de alarmante descomposición social y desvertebramiento del Estado moderno.
Históricamente, los acontecimientos no suceden nunca por azar. El azar, no existe a nivel histórico. Existe, la letal reciprocidad causa y efecto.
En Oriente, a pesar de tener un desarrollo científico inferior al occidental, sin valorar el caso japonés, no viven a nivel político y social, los terribles desajustes estructurales que afloran en Occidente, tan notorio en el alarmante caso español.
Legislar políticamente, contra las inmutables leyes sagradas del Yin y el Yang, es acelerar nuestra caída al abismo histórico, como le pasó antaño a Roma, dado que nuevamente otras culturas no tan lejanas geográficamente, más bárbaras, fanáticas, expeditivas y vigorosas, ya están en marcha hacia la irreversible conquista del fosilizado Occidente.
¿Qué piadosa ong paneuropea, bajará del siniestro cadalso talibán, a los sarasas cinematográficos amiguetes del locuaz Pedrito Almodóvar y, a los tiernos mamoncillos del bien nutrido harén mediático, del superhortera británico Elton John, cuando la imparable marea yihadista, que ya avanza hacia la conquista de Occidente, tomen a sangre y fuego los barrios pedófilos de Madrid y Londres?
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