Mongo el tránsfuga 5
A la feliz y próspera Extramundi, llegaron curtidos cocaleros del mundo entero: marselleses, marbellíes, tarantinos, napolitanos, somocistas, cubanos de Miami, morillos del Marrakesq Express, afganos integristas de Kabul vendiendo misiles americanos de segunda mano, trujillistas de la Dominicana, narcos pitilleros de Santa Fé, Fat City, Medellín, Cali, Bogotá, Cúcuta; Barranquilla e Iquitos y, a última hora, casi cuando el negocio ya estaba zanjado, apareció en escena, el antinarcóticos coronel Fast Eddie, antiguo combatiente de la perdida guerra del Viet-nam, amigo personal del también coronel pichicata boliviano Ariel Coca, perforado agente de la Dea en Santa Cruz: la gran reina fluvial del apetecible bollo boliviano y, al mismo tiempo, colaborador en la sombra, de Pato Pizarro, Jorge Naller, Techo de Paja, Fabio Ochoa, Matta Ballesteros, Quique el Colombiano, Cotuche, Sitiño o loro, O Negro, Suco Biñoqueiro, O Caralludo, A Charlina, Laureano, Esther Lago, el narco clan de Os Cacharros, el ex espia del CNI y ex miembro de los Gal, Pai Pai el resucitado -amigo personal del Rey Mono y su chambelán Philipus the Kid-, firmaron en su atrincherado y bien surtido boliche "A Faroca do Perello", un laberíntico drenaje de corrupción, transfuguismo, complicidades, asesinatos selectivos, manipulación informativa..., al que impusieron el pintoresco nombre mediático, de "Operación Lamprea"...
Reconocido unánimemente como “O Padriño”, los mercadillos asiáticos de Extramundi, en la tupida jungla asfáltica de Chinatown, se vieron inundados de tatuadas monecas japonesas comestibles; paraguas voladores falsificados, como los que utilizaba don Álvaro Cunqueiro; estilográficas espías; modernos equipos de comunicación con escáner, capaces de detectar a la brigada antidroga DEA, en un radio de acción de veinte millas...
La asustadiza borralla judicial, parasitaria telaraña corrupta al servicio del biriba Rey Mono, puso precio a su cabeza, pero “O Padriño”, agallón bien curado por el humo de las mil batallas y, la bronca de los cien juzgados, se enfrentó a todos los cojitrancos leguleyos del reino, con raza y casta, sin dejarse manipular por nadie, ya que Mongo, siempre lo tuvo clarísimo en la vida: la política, era un rentable negocio particular; sus variopintos intereses personales, siempre lo primero.
Con la Mostra todavía a medio clausurar; con el rubio Fast Eddie pisándole los talones y, el ex espía Pai Pai, incinerado en Bangkok y resucitado en Extramundi con pasaporte argentino, amamantándolo en política internacional, estalló de nuevo la guerra política en Extramundi, por la ansiada poltrona municipal. Dispuesto a no fallar, con más cicatrices en el alma, jueces sobornados en la pedófila Corte y Villa del Rey Mono y, suficiente dinero negro acumulado en los últimos años, para despilfarrar a gran escala, Mongo el tránsfuga, abandonó a su camarada Sito Culebras el perdedor y, se largó de la calavérica DUC, presentándose a las elecciones, como edil independiente.
Nuevamente, el día del recuento de votos, los taxistas membrillos de su camaleónica camarilla política, repartieron toneladas de bacalao salado portuga, barricas de Coes elaboradas en la industrial Porriño, damajuanas de cachaza nigeriana, adulterada en las destilerías clandestinas ubicadas en Lord Bay... Tampoco faltaron las sardiñadas populares en a Prasa da Escravatura, los mondongos vespertinos de Wind Street, las bacoradas y trifulcas callejeras en Katanga Quarter, los vallenatos en Chinatown, las majoretes brasileñas desfilando desnudas por Dollar Street, después de tan salvajes laconadas estilo monfortino, las cumbias sabrosonas de la Calle 42, el forró nordestino de la inmigración brasileña, los bailongos chicharreros del Arenal...
Durante la sangrienta campaña pre-electoral, su avioneta amarilla inundó la ciénaga verdosa de Bao-Pao, con panfletos y proclamas incendiarias, tejidas en variados idiomas, contra su acérrimo enemigo político, el mexiloeiro sambista Dadá Collonada, el Partido Colorado ocupando la poltrona de Extramundi y su catastrófica gestión municipal. De cualquier manera, lo más granado de sus escupitajos, se los enguiñó a los del PA: casa común de los veteranos camisas negras, que tras la ruinosa diáspora y la inútil travesía del desierto, la joven y zarolla camada famenta de poder, regresaban zaragallando y sedientos al redil común, aunque eso sí, con camaleónico espíritu democrático y renovador.
Experto biriba calimbado, en el insaciable arte glotón de la política retranqueira, Mongo el tránsfuga, amañó las papeletas amarillas de los inmigrantes chinos sin derecho a votar; afinó el voto de las meretrices habaneras con gonorreas y venéreas; sintonizó la rara sensibilidad de las retozonas caleñas de la gafieira 69; voto a voto, se ganó el respeto de los traficantes chivitos y pitilleros de la pulpería Anaconda; el favor interesado, de los emigrantes gallegos afincados en Río de Janeiro, Curitiba, Santos y Sâo Paulo, Buenos Aires, Caracas y La Habana; la absoluta confianza económica, de los lambidos pederastas de la banca grovia, instalados en las covachas de Dollar Street; se trabajó los votos de todos los expertos usureros en la custodia del sagrado black money de Extramundi...
Llegaron inesperadamente, como caídos del cielo, miles de votos a su favor, procedentes del inagotable vivero porteño, carioca, caraqueño y paulistano, sin necesidad alguna de cuantificar electoralmente, los que recibió vía postal, de los siempre bien abonados y trabajados barbechos privados de Venezuela, Nueva York, La Habana, Santo Domingo...
Gracias al ex espia Pai Pai, desde el puerto griego de El Pireo, se tuvieron noticias reservadas y confidenciales, que rumbo a Extramundi había zarpado nocturnamente, un camuflado submarino albanés a medio desguazar, sin matrícula identificadora visible, propiedad del tesorero de su nuevo partido político independendiente, El Clorhidrato, carenado y despachado en El Pireo griego, por el bucanero naviero Vacaloura, modélico caporale del sector ostrero, pero como el rentable sumergible turístico, transportaba algo más que inofensivas papeletas falsificadas en Atenas por la mafia albanesa, fue saqueado a conciencia por los piratas malteses con base en Lampedusa, en una encrucijada de los mares llamada Channel of Sicily, perdiéndole su rastro a partir de entonces.
Lo votaron otra vez los muertos que nunca hablan; los desaparecidos que jamás delatan; los náufragos traicionados de la DUC; los jóvenes chacales canivete en mano del fragmentado y zafio PA... Así, con el listado electoral, atado y bien atado, triunfó democráticamente; Mongo el canchero, maestro insuperable supremo, en el arte mayor del transfuguismo galaico, se hizo finalmente con la poltrona de guayacán; negoció un pacto secreto, de no agresión municipal, con sus antiguos malungos del cadonguero PA; así, en buena parte gracias, a la denominada "Paz de la Almeja Fina", durante la larga y estratégica época de lluvias, volvió a mandar sobre Extramundi y, su pestilente ciénaga fronteriza con la ferroviaria Miranda, carcomida por la malaria circuncisa y el calimbado de mandingas y culis ilegales, instalados en los muladares de Bao-Pao y Portovello.
Volvió a mandar a lo grande, a lo bestia, pero cuando menos lo esperaba, una puñalada trapera de su mejor amigo, de su propio maese de campo, el lambetas conservero de Pirindolo, por un asunto de mulatas y faldas matanceras, lo colocó contra las cuerdas, dejándolo en minoría, con la tropa interna sublevada, con la real oposición, disparándole desde los cuatro puntos cardinales. El tragaldabas Pirindolo, el rey de la ostra plana, fundador del Partido Transfugista de Extramundi, con un solitario edil, apoyado por el rencoroso y taimado Dadá Collonada, le arrebató el mandarinato vitalicio a Mongo, cocinado trabajosamente durante años, a base de estocadas, merendiñas, cocidos monfortinos y, no poca mano izquierda, a la hora de corromper magistrados calimbados por el narcodinero y, a su habitual turbamulta votante, adicta al buen albariño cambadés, bicotorto escocés, parrochiña fresca de Portonovo, centola francesa, boi normando, croques holandeses, nécora felpuda negra da Illa, babosa loira de Meloxo, al buen polvo blanco del Salnés...
Arruinado miserablemente, otra vez más, por un certero tajazo de bracamarte traidor Pirindolo y, desterrado de la Corte y Villa del beocio Rey Mono, por cuantiosas deudas impagadas, el agallón porquerizo se marchó a recorrer el ancho mundo de las Américas, durante una larga temporada en el exilio iberoamericano.
Las cobras venenosas del primerizo PA, que ahora se llamaban PEPIS dada su enorme experiencia electoral, en amañar votos legales e ilegales, falsificar libros de triple contabilidad y corromper bolleras voluntades judiciales, por medio de un aséptico fax, lo nombraron recaudador ambulante de votos cautivos, en las unánimes soledades patagónicas, al mismo tiempo, que se veía invulcrado en un tenebroso ajuste de cuentas, en la próspera y bien surtida ciudad boliviana de Trinidad, codeándose en un hotel pluriestrellado y trufado de espías gringos, con los camuflados funcionarios de la agencia antinarcóticos norteamericana DEA. En la amazónica y selvática Trinidad, los pitilleros, “del gramito a gramito”, le tasajearon un brazo y una oreja, camorra tabernaria que a punto estuvo de costarle el pellejo y, el fardo de dólares falsos portugas impresos en Oporto, que llevaba encondidos en la entrepierna, para comprar unos kilos de bollo boliviano... ; ser, definitivamente, algo más en la vida, que un caracol espúreo, arrastrándose permanentemente por el lodazal del dehonor. Acorralado también en Iberoamérica, en permanente huida hacia delante, recibiendo cornadas por barlovento y sotavento... Tiempos difíciles aquéllos para Mongo y, todavía para mayor desgracia suya, el incombustible Patacón, fue capturado otra vez más, con las manos en la masa chocolatera, cuando escondía en el cementerio de Ribadumia, una tonelada del trufado rojo libanés, en un calafateado nicho vacío alquilado a un primo suyo, que por problemas de imagen y seguridad, residía plácidamente en la bucanera y comercial Gibraltar...
Poco a poco, lo fueron abandonando a su incierto destino, ya fuese en la capital pedófila del Rey Mono, ya fuese en la pocilga catedralícia de los pringadiños cuneiros monfortinos. Acosado por la ley ramplona y, por múltiples embargos en marcha, prudentemente aconsejado por su abogado lucense don Pepino Blanco Perfecto, se instaló una larga temporada en Panamá City, cerca de la academia militar de West Point, facineroso vivero gringo de futuros torturados, timocrátas ilustres, como Tachito Somoza, Torrijos, Estrada Cabrera, Pinochet, Videla, Trujillo, Stronner, Batista...
Mongo, por aquella época lluviosa y triste, en su memoria de la diáspora iberoamericana, se dejó crecer la barba al estilo guerrillero y, al residir exiliado, involuntariamente, en un país bucanero de hábiles sastres mestizos, se hizo uno a la medida, al mismo tiempo, que comenzó a mostrar interés por el estraperlo de esmeraldas, el contrabando de armas y el tráfico de indios yucatecos, pues para algo llevaba sangre de calimbador en las entrañas. Después de una corta y sospechosa estancia, jamás esclarecida por sus biógrafos, en una prisión boliviana de Fat City, por un turbio asunto relacionado con su papel de doble agente soplón, infiltrado en la agencia americana DEA y el narcoclan de Pato Pizarro, en el lucrativo asunto de las tristemente célebres “ambulancias del tiro de gracia”, sin chequera y sin esmeraldas, regresó derrotado a Extramundi, a entablar el último combate, por la inútil supervivencia. Con la marañona voluntad de un profeta bíblico, sin un dólar falso, acorralado en todos los frentes, creó un nuevo partido político a su medida, con los andrajos del pasado, con los mismos tránsfugas que ya lo habían traicionado y, que volverían a repetirlo a la primera ocasión; hábiles profesionales transfuguistas de la política, sin ideología definida; pragmáticos hombres de negocios estilo Pirindolo, que sólo se interesaban por la alta rentabilidad financiera, a muy corto plazo, vendiéndose, elección tras elección, al mejor postor.
Su penuria económica era tan grande, las deudas tan impagables, que sus antiguos camaradas de laconadas y majoretes brasileñas, le embargaron hasta la pintoresca avioneta amarilla, dejándolo sin su mejor arma de trabajo.
En un titánico intento desesperado, por recuperar el prestigio de los amañados viejos tiempos, regresó clandestinamente a la Corte y Villa del Rey Mono, con la ilusa trama de montar una nueva marisquería, "Fabón de Ouro", pero antes de abrir el local, ya lo tenía otra vez más, con levantamiento de embargo, por impagos múltiples. Por aquella penosa época invernal, se alejó otra vez misteriosamente de Extramundi, pero en vez de tomar el viento fresco del Poniente cocalero, se deslizó hacia el Levante chocolatero.
Mientras unos aseguran que vivió ilegalmente en Reggio di Calabria, isla Lampedusa, Taranto, Siracusa, Palermo, El Pireo y Génova, otros, sin fundamento histórico alguno, afirman, que no, que en realidad lo hizo en Beirut Oeste y el valle del Baalbeck, trabajando discretamente, para los torvos coroneles sirios que controlaban el tráfico de armas y del hachís libanés.
Cuando dos años más tarde, regresó por sorpresa triunfador del polvoriento misterio morisco, lo hizo del brazo de una bella y dulce mujer, Catalina la cachaca, hija única de un traficante rolo de esmeraldas colombianas; un comerciante guaquero estraperlista de piedras preciosas, a la vieja usanza de la legendaria mina de Muzo, recién muerto en Cartagena de Indias, durante una arriesgada operación de cirugía estética, aunque otra versión más verídica -todo depende de las fuentes de información consultadas, como en el célebre caso del ex espia fundador del Gal Pai Pai-, cargan su liquidación, al buen hacer del Mosad judío, pulposa organización mafiosa internacional, implicada históricamente desde siempre, en la venta masiva de armas a la guerrilla rebelde colombiana, opositora al imperio americano en Iberoamérica y, en el contrabando de esmeraldas de Muzo y piedras preciosas brasileñas, a los prósperos mercados clandestinos de Canadá, Estados Unidos, Europa, India, Singapur, Hong Kong, Australia...
Continuará...
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