Colombia capital O Grove, la nueva "Fat City" europea- 2
"Cada uno a lo suyo en el negocio de toda la vida y al Meco lo matamos todos".
Los curtidos "capos grovios", supervivientes de tan simpáticas redadas policiales, anunciadas en Grovelandia con meses de antelación, regentan dos décadas después, modélicas empresas con tecnología puntera en el sector de la acuicultura, turístico, restaurador, biomarítimo, conservero, mejillonero a escala mundial..., tecno-ambiental... Algunos de ellos, acusados antaño de tráfico de drogas, blanqueo de dinero negro, tabaco rubio de batea y armas, durante la fracasada, esperpéntica y connubial "Operación Nécora", disponen ahora de una muy poderosa escuadra de ultramodernos catamaranes y, hasta de una curiosa e inquietante flotilla de pequeños submarinos experimentales, que funcionan a batería durante una jornada completa de autonomía, toda una sofisticada novedad marítima entre los nietos del pirata Drake, mientras la sufrida tripulación del SVA, pilota lanchas escasamente operativas a tiempo real, para faenar entre la arriesgada cayería y las mejilloneras fondeadas estratégicamente en la ría de Arosa, embarcaciones a punto muerto, que les dificultan la localización de posibles fuerabordas contrabandistas.
Turismo alcaloide de secano y regadío durante los fines de semana; nécora blanca; nécora negra; buen "bollito en polvo" que jamás falta en cualquier esquina del dinámico y emprendedor país de Grovelandia: el gran mercado norteño de Europa; principal abastecedor de la España húmeda, decadente, corrupta, deflaccionista...
Modélicos empresarios vasco-franceses, navarros, asturianos, castellano-leoneses..., pululan por sus animadas callejas a la localización de una buena partida de "pichicata", a ser posible no demasiado adulterada químicamente, valiosa mercancía blanca que llevarse durante sus falsas vacaciones a Bilbao, Donostia, León, Oviedo, Pamplona, Burgos, a la propia Burdeos en territorio francés...
En Grovelandia, al igual que en Colombia, impera La Ley del Silencio. En Grovelandia, desde hace cientos de años, el dinero negro del contrabando, es mucho más "blanco" que marrón y, brota libremente a canilla abierta, a través de la cornucopia de la abundancia. Con el dinero de la "pichicata", en la bucanera Grovelandia de Francis Drake, se financian partidos políticos y campañas electorales por tierra mar y aire; se corrompen voluntades a golpe de talonario; se potencia la arraigada "cultura del transfuguismo"; se incrementa el fracaso escolar en las aulas hasta un límite intolerable en Europa; se destruye la costa con caóticas urbanizaciones ilegales a pie de playa; se compra el silencio de no pocos profesionales de la información... El cementerio de Grovelandia está bien sembrado con directores de banco que sabían demasiado, pero jamás largaron nada comprometedor para sus estancos clientes.
"Cada uno a lo suyo en el negocio de toda la vida y al Meco lo matamos todos".
Grovelandia es una tierra fértil, afortunada, próspera, casi feliz. En Mecolandia, el Estado invisible, más allá de pichar teléfonos ilegalmente, no se mezcla jamás en los trufados negocios de sus hábiles contrabandistas, que dominan "Dolar Street" y las cajas negras de las prósperas sucursales bancarias, que prosperan en "Goldsmith Street", como golosas setas invernales. El benévolo y complaciente Estado juancarlista, a diferencia de la democrática y republicana Francia, gasta dinero a raudales, en campañas ideológicas a favor de la pederastia y la pedofilia en bibliotecas públicas, gimnasios, escuelas de EGB, programas infantiles de televisión... En mis no pocos años, jamás recuerdo un tiroteo entre autoridades y contrabandistas mecos en plena faena. Muy curioso, por cierto.
"Cada uno a lo suyo en el negocio de toda la vida y al Meco lo matamos todos".
Las blindadas y opacas bandas piráticas “mequiñas”, son muy herméticas operativamente y, funcionan a nivel de pequeños clanes familiares, con escaso aparato logístico, muy difícil de detectar por los pincha teléfonos de la brigada antinarcótico Udyco.
El prestigioso mejillón "mequiño" -primera potencia mundial en el sector- aporta la concha a la sabrosona paella mediterránea; la "pichicata" boliviana, pone la sustancia y marca los precios de lonja.
Esporádicamente, "maderos" madrileños, disfrazados de peliculores sarasas almodóvares recién casados en un juzgado de guardia, husmean torpemente en los trufados figones de la abundancia. Un "madero" madrileño, “huelebraguetas” de la "bollería" colombiana, en la bucanera y taimada Grovelandia, siempre olerá a "madero" disfrazado de caimán televisivo. La confusión no es posible en "Dolar Street" y "Gold Street"; cada "cártel" a lo suyo y al Meco lo matamos todos, mientras el juancarlista Estado parkinsoniano, se engarza en pasear a los efebos apologistas de la pederastia, por las escuelas públicas de la incivilidad..., cuando en la republicana y revolucionaria Francia, ya afilan de nuevo los cuchillos de los matarifes parisinos para caparlos y castrarlos y, quizá hasta volver a pasarlos por la filantrópica guillotina jacobina de Robespierre, para frenar de cuajo la alarmante violación de niños pequeños franceses.
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